jueves, 31 de marzo de 2011

Un 2 de abril de 1982... y los días posteriores...

Señora violencia e hijos
Pedro y Pablo 1982





La Guerra de las Malvinas
por Eduardo Galeano

La Guerra de las Malvinas, guerra patria que por un rato unió a los argentinos pisadores y a los argentinos pisados, culmina con la victoria del ejército colonialista de Gran Bretaña.

No se han hecho ni un tajito los generales y coroneles argentinos que habían prometido derramar hasta la última gota de sangre. Quienes declararon la guerra no estuvieron en ella ni de visita. Para que la bandera argentina flameara en estos hielos, causa justa en manos injustas, los altos mandos enviaron al matadero a los muchachitos enganchados por el servicio militar obligatorio, que más murieron de frío que de bala.

No les tiembla el pulso: con mano segura firman la rendición los violadores de mujeres atadas, los verdugos de obreros desarmados.



Memoria del fuego 3. El siglo del Viento

sábado, 26 de marzo de 2011

La historia de los sueños - Subcomandante Marcos

25 de diciembre de 1995

El viejo Antonio afilaba su machete y fumaba en el portal de su champa. Yo dormitaba a su lado, cobijado por el aserrar de los grillos y el cansancio. Así como diez años antes y diez años después del afilado humo del cigarro del viejo Antonio, el cielo era un mar nocturno, tan grande que no se le veía fin ni principio. La luna se insinuó minutos antes. Una nube de luz marcó la punta del cerro que balcón sería para un plateado coqueteo, trampolín para una clara zambullida, plataforma para un nuevo vuelo. Un dorado filo apenas guiñó la cañada que la esperaba. Después fue el cambio del oro a la plata y de ahí al blanco nacarado. Con el velamen hinchado y remendado se lanzó hacia arriba. Navegando pasó la noche. Abajo esperaban el silencio y la nostalgia.
Diciembre, 1975, 1985, 1995. Siempre el mar abriéndose al Oriente. No llovía, pero el frío mojaba las ropas y el inquieto sueño de la duermevela de la asfixia lenta. El viejo Antonio confirmó de reojo que estaba despierto y me preguntó:
- ¿Qué soñaste?
- Nada -le dije mientras buscaba la pipa y el tabaco en la cartuchera.
- Malo entonces. Soñando se sueña y se conoce. Soñando se sabe -replicó el viejo Antonio mientras volvía a la lenta caricia de la lima sobre la lengua laminada de su machete.
- ¿Malo? ¿Por qué? -pregunté encendiendo ya la pipa.
El viejo Antonio detuvo su tallar y, después de comprobar el filo, dejó el machete a un lado. Con sus manos y labios empezó un cigarro y una historia.
La historia de los sueños
- La historia que te voy a contar no me la contó nadie. Bueno, me la contó mi abuelo pero él me advirtió que sólo la entendería cuando la soñara. Así que te cuento la historia que soñé y no la que me contó mi abuelo -el viejo Antonio estira sus piernas y se frota las rodillas cansadas. Suelta una lanzada de humo que opaca el reflejo de la luna en la acerada hoja que reposa sobre sus piernas, y continúa...
"En cada surco de piel que se nace en el rostro de los grandes abuelos se guardan y se viven los dioses nuestros. Es el tiempo de lejos que se llega hasta nosotros. Por el tiempo camina la razón de nuestros antepasados. En los viejos más viejos hablan los grandes dioses, nosotros escuchamos. Cuando las nubes se acuestan sobre la tierra, apenas agarradas con. sus manitas de los cerros, entonces se bajan los dioses primeros a jugar con los hombres y mujeres, cosas verdaderas les enseñan. Poco se muestran los dioses primeros, traen cara de noche y nube. Sueños son que soñamos para ser mejores.
"Por los sueños nos hablan y enseñan los dioses primeros. El hombre que no se sabe soñar muy solo se queda y esconde su ignorancia en el miedo. Para que pudiera hablar, para que pudiera saber y saberse, los primeros dioses enseñaron a los hombres y mujeres de maíz a soñar, y nahuales les dieron para que con ellos caminaran la vida.
"Los nahuales de los hombres y mujeres verdaderos son el jaguar, el águila y el coyote. El jaguar para pelear, el águila para volar los sueños, el coyote para pensar y no hacer caso del engaño del poderoso.
"En el mundo de los dioses primeros, los que formaron el mundo, todo es sueño. Es la tierra que vivimos y morimos un gran espejo del sueño en el que viven los dioses. Viven todos juntos los grandes dioses. Parejos están. No hay quiénes arriba y quién abajo. Es la injusticia que se hace gobierno la que descompone el mundo y pone a unos pocos arriba y a unos muchos abajo. No así en el mundo. El mundo verdadero, el gran espejo del sueño de los dioses primeros, los que nacieron el mundo, es muy grande y todos se caben parejos. No es como el mundo de ahorita que chiquito lo hacen para que los pocos se estén arriba y los muchos se estén abajo. El mundo de ahora no es cabal, no es un buen espejo que refleje el mundo de sueños donde viven los dioses primeros.
"Por eso los dioses regalaron a los hombres de maíz un espejo que se llama dignidad. En él los hombres se ven iguales y se hacen rebeldes si no son iguales. Así empezó la rebeldía de nuestros primeros abuelos, los que hoy se mueren en nosotros para que vivamos.
"El espejo de la dignidad sirve para derrotar a los demonios que reparten la oscuridad. Visto en el espejo, el señor de la oscuridad se ve reflejado como la nada que la forma. Como si fuera nada, en nada se deshace frente al espejo de la dignidad el señor de la oscuridad, el desparejador del mundo.
"Cuatro puntos pusieron los dioses para que el mundo se estuviera acostado. No porque cansado se estuviera, sino para que parejos se caminaran los hombres y mujeres, para que todos cupieran, para que nadie encima de otro se pusiera. Dos puntos pusieron los dioses para volar y estarse en tierra se pudiera. Un punto pusieron los dioses para que los hombres y mujeres verdaderos se estuvieran caminando. Siete son los puntos que dan sentido al mundo y trabajo a los hombres y mujeres verdaderos: el frente y el atrás, el uno y el otro costado, el arriba y el abajo, y el séptimo es el camino que soñamos, el destino de los hombres y mujeres de maíz, los verdaderos.
"Una luna en cada pecho regalaron los dioses a las mujeres madres, para que alimentaran de sueño a los hombres y mujeres nuevos. En ellos viene la historia y la memoria, sin ellos se come la muerte y el olvido. Tiene la tierra, nuestra madre grande, dos pechos para que los hombres y mujeres aprendan a soñar. Aprendiendo a soñar aprenden a hacerse grandes, a hacerse dignos, aprenden a luchar. Por eso cuando los hombres y mujeres verdaderos dicen ‘vamos a soñar’ dicen y se dicen ‘vamos a luchar’."
Se calló el viejo Antonio. Se calló o dormido me quedé. Sueño que sueño, sueño que sé, sueño que entiendo...
Arriba el seno de la luna regalaba leche en el camino de Santiago. La madrugada era reina y todo estaba por hacer, por soñar, por luchar.
El Sup empacando recuerdos y parque.
Fuente: http://palabra.ezln.org.mx/

viernes, 18 de marzo de 2011

A 35 años del golpe militar

La memoria es la capacidad mental que posibilita a un sujeto registrar, conservar y evocar experiencias.

La memoria es la que nos recuerda día a día quiénes somos y por qué.
Para un pueblo la memoria es historia, y es resistencia.
Pueblo que olvida, es un pueblo sometido. Condenado a repetir errores.
Pueblo que vive únicamente de su pasado, se estanca.
Pueblo con memoria, avanza.
Re significa cada día su lucha,
por los de ayer, los de hoy y los de mañana
.



Calendario de una década argentina[i].
por Osvaldo Bayer


Si bien la violencia es inmemorial en la Argentina, los años de terror protegido sistemático comenzaron a fines de 1974. En mi caso particular, en octubre de 1974, con una fecha crucial: el asesinato a Silvio Frondizi, las listas de las Tres A, la obligada desaparición del film La Patagonia Rebelde. Pero el terror ya sistematizado y oficial se inicia el 24 de marzo de 1976 y su clímax durara hasta principios de 1979. Es la época donde no hay lugar para indiferentes. El editorial del diario La Nación lo proclama y lo exige: “Nadie es neutral”.[ii]
(…) se reclama la guerra total. Es el momento de la caza del adversario político.
(…) en Córdoba, el teniente coronel Gorleri oficializaba lo que ya se venía haciendo subrepticiamente: la quema de libros. La proclama ha quedado inserta en todos los diarios, resplandeciente de arrogancia e ignorancia: “a fin de que no quede ninguna parte de estos libros, folletos, etc., se toma la resolución para que este material evite continuar engañando a nuestra juventud sobre el verdadero bien que representan nuestros símbolos nacionales, nuestra familia, nuestra iglesia y en fin, nuestro más tradicional acervo espiritual”[iii]
 (…) Y La espada será acompañada por la cruz. El representante del Papa, Pío Laghi, consagrara todo con su hisopo cuando vuelva a Tucumán a dar la mano a los generales Menendez y Acdel Vilas y felicitarlos. (…) Cuando son asesinados en la Iglesia de San Patricio del barrio de Belgrano los cinco curas y seminaristas palotinos en manos de un comando de la Marina de Guerra encabezado por el teniente de navío Antonio Pernía, de la Escuela Mecánica de la Armada, los cardenales Aramburu y Primatesta producen el documento tal vez más obsceno del tiempo de la dictadura. Escribirán con un servilismo que lleva las marcas cainescas del cinismo y la hipocresía: “Sabemos cómo el gobierno y las Fuerzas Armadas participan de nuestro dolor y, nos atreveríamos a decir, de nuestro estupor”[iv].
Con 1978 llegó el momento de “ganar la paz” como los voceros dirigentes de los hombres de la espada y de la Cruz lo proclamaron. Y es el momento de la “plata dulce”. 
(…) Pero en la Plaza de Mayo aparecían las primeras locas, las madres de los desaparecidos.
1978 es el año de la “Campaña antiargentina”. Lo de la “campaña argentina en el exterior” fue un inteligente golpe propagandístico de la dictadura para lo cual contrató a una empresa publicitaria norteamericana. Año del campeonato de fútbol. Había que aniquilar la voz de los exiliados argentinos y de sus amigos y aliados extranjeros. Basta seguir las publicaciones de la época para registrar la agresividad con que fue llevada y la unificación de la opinión pública contra los “antiargentinos”. Se logró similar unanimidad interna que en la guerra de Malvinas.
(…) Los verdaderos argentinos de la época eran “derechos y humanos”. La campaña antiargentina es el verdadero origen de la artificial división entre “los que se fueron” y “los que se quedaron”.
Había que tratar de tapar el horror y la cobardía. Todos tenían su cadáver en el ropero y comenzaba a oler mal. Se inventaban toda clase de cosméticos para ocultarlo: el dólar barato, Maradona, Vilas y la princesa de Mónaco. Somos los mejores del mundo.
 (…) El doctor Ricardo Balbín, presidente de la Unión Cívica Radical, señala con el dedo a “los autores del ataque que se efectúa desde el exterior contra nuestro país. Las críticas vienen de afuera y distorsionadas, y sirven a causas de los que se fueron del país y después de haber encendido las llamas del incendio”. Y ninguno de su partido sale a desmentirlo.[v]  
La batalla contra los anti argentinos se iba a ganar en un estadio de fútbol. A las denuncias de torturas, prisión, secuestros, botín, al desenmascaramiento de la peor de las muertes: la muerte argentina, la desaparición, se iba a responder con el grito de gol de cien mil, de 28 millones de gargantas argentinas.
 (…) Había que borrar el oprobio de cualquier manera. Había que gritarles ¡gol! a las madres desesperadas, ¡gol! a los torturados y a las violadas, ¡gol! a los niños borrados, ¡gol! a los exiliados, ¡gol! a los presos, ¡gol! a la memoria.

(…) Las locas de Plaza de Mayo son cada vez más. Forman largas colas en ministerios y comisarías. Son mujeres humilladas hasta el hartazgo. Esperan horas interminables sólo para escuchar frases huecas, irónicas, palabras cobardes de toda cobardía. A María Adela Antokoletz, de casi setenta años, que pregunta por su hijo desaparecido, un subcomisario en el Ministerio del Interior le responde: “no se preocupe señora, su hijo debe estar cogiendo en Suecia”. Perversión y fantasías argentinas. Las fantasías de la perversión.
 (…)La dictadura se sentía poderosa y representada por la clase media. El general Videla lo dirá: “La clase media argentina es la que hoy goza de los primeros atisbos de un mejoramiento sustancial de la situación en la Argentina. El reciente torneo mundial de futbol les permitió a los argentinos recobrar la fe en sí mismos y en el país, pero fue la clase media la que se encontró consigo misma”.[vi]
 Y si dicen cosas que halagan a esa clase media porteña, cosas que hoy parecen imposibles, como aquel discurso del ministro del interior, general Harguindeguy, quien sintiéndose heredero de la generación del 80 propondrá traer inmigrantes europeos y articulara estas palabras liminares: “siempre y cuando pretendamos seguir siendo uno de los tres países más blancos del mundo. Porque podríamos decir: abandonamos la pretensión de seguir siendo país blanco, que es una gran ventaja en calidad humana que tenemos, incluso sobre grandes naciones industrializadas, y podríamos adoptar lo que sí está disponible, que son contingentes inmigratorios de raza amarilla. Como la política nacional, incluso la Constitución, dice ‘favorece la inmigración blanca’ (Europa dice la Constitución, yo por extensión digo blanca), esa política se mantiene”.[vii]

 (…) Los exiliados sabíamos muy bien que en nuestro país había quienes luchaban, a pesar de todo, y lo difundíamos en nuestras publicaciones. Porque en cada manifestación cultural libre, en cada huelga obrera, en cada marcha de las Madres de Plaza de Mayo, en cada publicación mimeografiada veíamos el verdadero comienzo del proceso de liberación.

(…) El año 1979 fue el más estable y orgulloso de la dictadura. Estuvo marcado por dos hechos significativos: la visita de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA y un nuevo triunfo en el fútbol: el juvenil Mundial en Japón. (…) Los dos hechos sucedieron simultáneamente en septiembre.  Lo ocurrido en ese mes puede simbolizar en toda su abyección la inmoralidad en que había caído nuestra sociedad. En una sola escena se juntaron las dos Argentinas. Fue registrada por la televisión alemana. Frente a la sede de la comisión estaba la larga cola de Madres de los desaparecidos. Mujeres del pueblo. Venían a denunciar los crímenes de esa sociedad ávida, cruel infinitamente frívola. Ellas estaban solas. (¡Que dignidad, Madres! Hay que poner en cámara lenta el video y observar rostro por rostro.)
 Cuando la cola del dolor y la dignidad hacía horas que esperaba, llego la verdadera Argentina. Venía en colectivos, camiones y a pie, gritando eso: ¡Argentina, Argentina! Venían incitados por el comentarista deportivo José María Muñoz.  Se oía el sonido de las radios portátiles. Venían a demostrarle a la OEA que los argentinos eran  derechos y humanos. (…están los clásicos provocadores de los servicios de informaciones que les preguntan a las Madres: “¡y ahora de qué se quejan! ¡Por qué no cuidaron antes a sus hijos!”. El clásico argumento repetido en las radios, en las escuelas, en los púlpitos. Las Madres ahí sin moverse, en silencio, soportando la saliva de los eternos lameculos del poder.)

(…) Luego comenzará el derrumbe. La podredumbre de la corrupción general corre por las calles y las plazas de Buenos Aires. Los de mejor olfato comienzan a abandonar el barco. La palabra democracia comienza a tener otro significado en las mismas bocas. Saben que hay que prepararse para cambiar todo sin modificar nada.
Malvinas fue el capítulo definitivo. Todo cayó sin pena ni gloria. Simbolizó nuevamente el fracaso  no solo de los militares sino también de  todos los denominados sectores dirigentes de la sociedad.
(…)Comenzaba la época del destape y del tape. El tapar todo el pasado inmediato. No sólo las tumbas, sino las conductas. Para muchos comenzó nuevamente la carrera de no perder el ómnibus en la nueva democracia.
(…) Todos “esos años” de crímenes sórdidos y de conductas obscenas serán desnudados en su verdad por las generaciones que vendrán después de los protagonistas, testigos y víctimas. Son los que descubrían el gran fresco bruegheliano de los rostros y las almas de toda una sociedad argentina convicta de filicidio y despojo, de oportunismo y aprovechada superficialidad. Los rostros, las almas y las voces de quienes mataron, acompañaron al crimen, se callaron o lanzaron una cohetería fraseológica para “no perder” pero que en el fondo no hicieron otra cosa que servir  de coartadas al régimen criminal.
Después vino el paso alegre, pleno de toda frivolidad, con el que se salto de una dictadura sombría y corrupta a un gobierno constitucional por encima de los fantasmas siempre presentes de los desaparecidos y de las tumbas de las Malvinas. La sociedad argentina, repentinamente, se había lavado en democracia con el solo acto formal de poner el voto en una urna. Yo los vi dando bocinazos en la Plaza del Congreso el 30 de octubre de 1983. Eran los mismos rostros y los mismos bocinazos del 24 de marzo de 1976. Los mismos de junio del ’78 y del septiembre del ´79 en las saturnales del fútbol. Al día siguiente, todos estaban signados en su rostro por el agua bendita de la repentina democracia, sin necesidad del confesionario. En los televisores y las radios seguían los Neustadt y Grondona y los José María Muñoz, lo diarios seguían siendo los mismos que aplaudieron o callaron el reciente ayer, los funcionarios de siempre descubrieron de pronto que tenían una vieja vocación democrática escondida que había que sacar a relucir de una vez, los intelectuales siguieron ocupando los mismos espacios. (…) Los empresarios eran los mismos que en 1976 denunciaron a los escuadrones de la muerte a sus obreros incorregibles, los dirigentes sindicales eran los mismos que recomendaban a la OEA la represión del “Marxismo internacional”. Eran los viejos actores unas bambalinas llenas de flores, sonrisas y lluvia de miel, y el público los aplaudía frenético porque los reconocía como suyos. Se sentían representados. Era como bajar definitivamente a un pasado que podía perturbar la digestión.
(…) La familia argentina se había reunido nuevamente el día domingo, en paz, después de tantos sofocones. Pero golpearon a la puerta. Eran las Madres, que querían saber dónde estaban sus hijos.
Un símbolo para la cultura argentina: el teniente coronel Gorleri, aquel que quemo públicamente lo libros y firmó orgulloso  la proclama en 1976, fue ascendido a general de la Nación, por el Senado elegido por el pueblo el 1984. De teniente coronel de la dictadura a general de la democracia. Pero siguen las Madres de la Plaza. Y ya no es todo tan fácil. No será tan fácil.
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[i] En la universidad de Maryland, EEUU, se llevó a cabo un simposio en 1985 sobre “Reconstrucción de una cultura: el caso argentino”. Este texto forma parte de la presentación de Osvaldo Bayer. Por razones de espacio fue resumido, recomendamos su lectura completa en Bayer, Osvaldo: Ventana a la plaza de mayo. 1ª. Ed.  Editorial La pagina S.A. Buenos Aires.  2009

[ii] La Nación, Bs. As., 10 de mayo de 1976

[iii] La opinión, 30-4-76

[iv] La Nación, 4-7-76

[v] La Nación, Edición Internacional, 12-6-78

[vi] La opinión, 20-9-78

[vii] La opinión, 20-9-78. La nota se titula: “La inteligencia nacional decidirá el país futuro dijo Harguindeguy”.






jueves, 3 de marzo de 2011

Papeles de Walsh*




19.12.68
(...) tiene que ser posible recuperar la revolución desde el arte. La película de Octavio (La hora de los hornos) es un camino. Recuperar, entonces la alegría creadora, sentirse y ser un escritor,pero saltar desde esa perspectiva el cerco, denunciar, sacudir, inquietar, molestar.
(...) Puedo, incluso, incorporar la experiencia realizada en CGT, no como tema, sino como visión del mundo y las formas de lucha. El libro tiene que ser una denuncia, clara y diáfana, etc...
¿Podre? Cross my heart.
Diciembre 31, 68
(...) La política se ha reimplantado violentamente en mi vida. Pero eso destruye en gran parte mi proyecto anterior, el ascético gozo de la creación literaria aislada; el status, la situación económica; la mayoría de los compromisos, muchas amistades, etc.
Es posible que, al fin, me convierta en un revolucionario. Pero eso tiene un comienzo muy poco noble, casi grosero. Es facil trazar un proyecto de un arte agitativo, virulento, sin concesiones. Pero es duro llevarlo a cabo. Exige una capacidad de trabajo que todavía no poseo.
Me refiero principalmente a mis métodos de trabajo. Hace años que vengo luchando por eliminar cosas que formaban una 'infraestructura' errónea, la bebida, el cigarrillo, los malos horarios, la pereza y las postergaciones consiguientes, la autolástima, el desorden, todo eso ensamblado en una estructura mental que seguia siendo burguesa.
Este año he progresado en dos cosas. No bebo, lo que ha mejorado mi salud, o por lo menos compensado el 'deterioro'. Empiezo a asimilar lo básico del marxismo, y mi 'nivel de conciencia´ es hoy bastante mayor. Estoy mucho más jugado.
(...) Me he pasado ´casi´enteramente al campo del pueblo que además -y de eso sí estoy convencido- me brinda las mejores posibilidades literarias. Quiero decir que prefiero toda la vida ser un Eduardo Gutierrez y no un Groussac; un Arlt y no un Cortázar.
Pero decir estas cosas, escribirlas, me desalienta, me da sueño; eso significa que hay un duro núcleo de resistencia que rechaza todo esto como una banalidad que preferiría mantener la fachada inescrutable sobre mis verdaderas contradicciones; suspender el análisis y seguir proponiéndome al mundo como un figurón, ligeramente martirizado por las circunstancias.
Me esta faltando coraje.
Lo que sucede es que me paso al campo del pueblo pero no creo que vamos a ganar: en vida mía, por lo menos. ¡En vida mía!. Porque ésa es la clave: lo que pase después no importa mucho, y entonces sigo siendo un burgués, más recalcitrante aún.
(...) Pero yo soy el  primero a convencer de que la revolución es posible. Y esto es difícil en un momento de reflujo total, en que se me han acumulado catastróficamente el proyecto 'burgues' (la novela) y el proyecto revolucionario (la política, el periódico, etc.).
(...) Lo que no soporto en realidad son las contradicciones internas. Las normas de arte que he aceptado- un arte minoritario, refinado, etc.- son burguesas; tengo capacidad para pasar a un arte revolucionario, aunque no sea reconocido como tal por las revistas de moda. Debo hacerlo.
(...) Pero es indudable que debo continuar con mi proyecto 'burgués', radicalizándolo en lo posible, para quitarme la soga del cuello; volver a ser libre; planificar rigurosamente mi vida; desalienarme.
Asi sea.

Del libro" Ese Hombre" de Rodolfo Walsh en Anguita, Caparros: "La voluntad 1. El valor del cambio".Booket. Buenos Aires. 2009

* Periodista y escritor argentino. Militó en la Alianza Libertadora Nacionalista, y posteriomente en la Fap y Montoneros. Fue uno de los fundadores de Prensa Latina y escribió en revistas como Panorama y el semanario de la CGTA. Autor de brillantes cuentos policiales y libros de investigación periodística tales como ¿Quién mato a rosendo?, Caso Satanowsky y Operación Masacre, donde denuncia los fusilamientos del 56. El 25 de marzo de 1977, un día después de escribir la Carta abierta de un escritor a la junta militar, fue detenido y asesinado en la calle por un grupo de tareas de la ESMA. Su cuerpo permanece desaparecido.