19.12.68
(...) tiene que ser posible recuperar la revolución desde el arte. La película de Octavio (La hora de los hornos) es un camino. Recuperar, entonces la alegría creadora, sentirse y ser un escritor,pero saltar desde esa perspectiva el cerco, denunciar, sacudir, inquietar, molestar.
(...) Puedo, incluso, incorporar la experiencia realizada en CGT, no como tema, sino como visión del mundo y las formas de lucha. El libro tiene que ser una denuncia, clara y diáfana, etc...
¿Podre? Cross my heart.
Diciembre 31, 68
(...) La política se ha reimplantado violentamente en mi vida. Pero eso destruye en gran parte mi proyecto anterior, el ascético gozo de la creación literaria aislada; el status, la situación económica; la mayoría de los compromisos, muchas amistades, etc.
Es posible que, al fin, me convierta en un revolucionario. Pero eso tiene un comienzo muy poco noble, casi grosero. Es facil trazar un proyecto de un arte agitativo, virulento, sin concesiones. Pero es duro llevarlo a cabo. Exige una capacidad de trabajo que todavía no poseo.
Me refiero principalmente a mis métodos de trabajo. Hace años que vengo luchando por eliminar cosas que formaban una 'infraestructura' errónea, la bebida, el cigarrillo, los malos horarios, la pereza y las postergaciones consiguientes, la autolástima, el desorden, todo eso ensamblado en una estructura mental que seguia siendo burguesa.
Este año he progresado en dos cosas. No bebo, lo que ha mejorado mi salud, o por lo menos compensado el 'deterioro'. Empiezo a asimilar lo básico del marxismo, y mi 'nivel de conciencia´ es hoy bastante mayor. Estoy mucho más jugado.
(...) Me he pasado ´casi´enteramente al campo del pueblo que además -y de eso sí estoy convencido- me brinda las mejores posibilidades literarias. Quiero decir que prefiero toda la vida ser un Eduardo Gutierrez y no un Groussac; un Arlt y no un Cortázar.
Pero decir estas cosas, escribirlas, me desalienta, me da sueño; eso significa que hay un duro núcleo de resistencia que rechaza todo esto como una banalidad que preferiría mantener la fachada inescrutable sobre mis verdaderas contradicciones; suspender el análisis y seguir proponiéndome al mundo como un figurón, ligeramente martirizado por las circunstancias.
Me esta faltando coraje.
Lo que sucede es que me paso al campo del pueblo pero no creo que vamos a ganar: en vida mía, por lo menos. ¡En vida mía!. Porque ésa es la clave: lo que pase después no importa mucho, y entonces sigo siendo un burgués, más recalcitrante aún.
(...) Pero yo soy el primero a convencer de que la revolución es posible. Y esto es difícil en un momento de reflujo total, en que se me han acumulado catastróficamente el proyecto 'burgues' (la novela) y el proyecto revolucionario (la política, el periódico, etc.).
(...) Lo que no soporto en realidad son las contradicciones internas. Las normas de arte que he aceptado- un arte minoritario, refinado, etc.- son burguesas; tengo capacidad para pasar a un arte revolucionario, aunque no sea reconocido como tal por las revistas de moda. Debo hacerlo.
(...) Pero es indudable que debo continuar con mi proyecto 'burgués', radicalizándolo en lo posible, para quitarme la soga del cuello; volver a ser libre; planificar rigurosamente mi vida; desalienarme.
Asi sea.
Del libro" Ese Hombre" de Rodolfo Walsh en Anguita, Caparros: "La voluntad 1. El valor del cambio".Booket. Buenos Aires. 2009
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