19. de septiembre de 1970
TEXTO DE LA CONFERENCIA PRONUNCIADA POR AGUSTIN TOSCO EN LA FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD NA CIONAL DEL LITORAL A INVITACION DEL CENTRO DE ESTUDIANTES DE DERECHO.
“Antes que nada quiero agradecer al Centro de Estudiantes d Derecho de la Universidad Nacional del Litoral, la invitación formulada para expresar nuestros puntos de vista, nuestras opiniones, ante los estudiantes santafesinos, y ante los compañeros y compañeras trabajadores que han acudido a esta reunión.
El tema propuesto para esbozar nuestro pensamiento y fijar nuestra posición es: “El papel de los sindicatos en la lucha por la Liberación Nacional”. Entendemos que es muy importante debatir este problema en estos momentos, y debatirlo no reduciendo nuestras conclusiones a procesos puramente imaginativos o abstractos, sino ligándolo directamente con el proceso histórico reciente y con el futuro de luchas que deberá afrontar nuestro pueblo en busca de la liberación.
Ha surgido en distintos lugares el concepto de que los sindicatos son un apéndice del sistema que nosotros combatimos y queremos cambiar. Esta afirmación debe ser perfectamente aclarada.
Los sindicatos históricamente, no son el apéndice del sistema, sino que nacieron como respuesta a la explotación de un mundo eminentemente liberal. Las organizaciones sindicales fueron prohibidas, sus militantes perseguidos y encarcelados so pretexto de que conspiraban contra la libertad de trabajo, contra el libre juego de la oferta y la demanda, contra la libre iniciativa, y toda la historia de estas luchas del movimiento obrero organizándose se llama: “sindicalismo”. Está teñida de sangre, de sacrificios, porque estas instituciones del movimiento obrero eran lo que expresaban las luchas por las reivindicaciones de carácter particular y general de los trabajadores.
Ahora bien, el sistema evidentemente pretende transformarlos, usando a sus dirigentes traidores, para ponerlos a su servicio llevando en sí a toda la masa trabajadora. Eso es verdad, pero es completamente distinto que los sindicatos sean un apéndice del sistema como para que debamos renegar de ellos y dejar que sean usados por el sistema para frenar las luchas del sindicalismo. Si analizamos el proceso que se inicia el 28 de junio de 1966 con la usurpación del poder por parte de la dictadura militar de Onganía designada por los monopolios yankis, veremos que hay una gran lucha en el mundo sindical y que los sindicatos usados por los sindicalistas participacionistas se ponen al servicio de Onganía y de la dictadura, pero los sindicatos cuyas direcciones representaban los auténticos intereses del movimiento obrero, fueron puestos en la lucha contra la dictadura, por la Justicia Social y la Liberación Nacional. Cuando en Córdoba asume el Dr. Ferrer Deheza, delegado de Onganía y de Martínez Paz, y cuando cae en la lucha obrero estudiantil Santiago Pampillón en el mes de septiembre de 1966, el movimiento obrero cordobés, la CGT de Córdoba, declara un paro, ya en esa fecha, contra la política reaccionaria. No es que Onganía, ni Ferrer Deheza, ni Martínez Paz quisieran dejar actuar a los sindicatos, pero es que los sindicatos que luchan no se mantienen porque el sistema se lo permite, sino porque tienen una fuerza propia y de apoyo general que les da una vigencia que no depende del sistema, porque tontos serían o ingenuos al menos, los usurpadores de poder si permitieran por su buena voluntad la existencia de todos los sindicatos de Córdoba, y de distintos sindicatos en el orden nacional que organizaran la lucha contra la dictadura.
Claro que la cuestión es de hombres y de relación de fuerzas porque el proceso de domesticación no parte de la dictadura en sí, sino de la predisposición de los tránsfugas del sindicalismo que habitualmente se alían y hacen componendas con los detentadores del poder para obtener status, nivel muy particular en el cual creen haber realizado su destino como hombres. Todo lo cual significa grandes sillones, mujeres, etc., o sea la corrupción en la lucha política y en la lucha sindical que aliados al poder y a las patronales determinan que esas instituciones no cumplan el rol fundamental que deben cumplir. Pero si recordamos la heroica lucha que libraron los trabajadores y los estudiantes a través de sus agrupaciones —pero principalmente y ajustándonos al tema que aquí nos toca, al de los trabajadores— diremos que la lucha de Tucumán, del norte de Santa Fe, los actos que se realizaron en Córdoba en el 2do. aniversario de la dictadura el 28 de junio de 1968, significaron una acumulación de rebeldía del pueblo contra el participacionismo y contra la dictadura. Rebeldía que no fue espontánea, que no surgió en un momento como una válvula de escape, sino que maduró permanentemente, desenmascarando a la política participacionista, luchando contra la congelación de los salarios, luchando contra la intervención a los sindicatos, luchando como lo hicieron los compañeros portuarios, como lucharon los compañeros ferroviarios, como se luchó el 1° de marzo de 1967 en que se cumplió un paro general de 24 horas en todo el país, que siguió a otro paro similar decretado y cumplido el 14 de diciembre de 1966 y la organización de un plan de lucha que comenzó el 22 de febrero de 1967, como así también se organizaron manifestaciones de trabajadores y estudiantes. El valor de los sindicatos estuvo dado en ese momento por la propia Dictadura, ya que cumplido el paro del 1° de marzo de 1967 intervino la Unión Ferroviaria, a Telefónicos, al Sindicato de Prensa, al de Químicos, etc.
Estas intervenciones nos indican que ellos consideraron que el sindicalismo tiene un valor y por eso, y por todos los medios tratan de tomarlo y de ponerlo a su servicio. Entonces nosotros nos preguntamos si es lógico dejar de luchar por la recuperación de los sindicatos y ponerlos al servicio del movimiento obrero o si la medida que debemos adoptar es que los sindicatos no sirven más ya, y hay que dejárselos a los participacionistas y al gobierno porque nosotros en esa escena, en ese campo no tenemos nada más que hacer.
Nuestra lucha
En la lucha por la Liberación Nacional y la Justicia Social no podemos abandonar ningún terreno ni autoclandestinizarnos. Evidentemente le haríamos un gran favor a nuestros enemigos si dejamos de luchar por esos sindicatos; claro que si nos dejan cesantes, si nos intervienen, tendremos que optar por la clandestinidad o por lo que fuera necesario, pero la lucha debe librarse en todos los terrenos, porque de esa manera se acusa a quienes usufructúan de las organizaciones sindicales, instrumentos del movimiento obrero y del pueblo, para tratar de atenuar sus justas luchas.
Porque en la tarea concreta en la que vive diariamente el trabajador necesitamos de esa organización para resolver una serie de problemas. No podemos abandonar las convenciones colectivas, el cumplimiento de sus cláusulas y la vía más eficaz para llevarla adelante es la organización obrera. Porque entroncada con el concepto de Liberación Nacional sabemos como trabajadores que la lucha por su conquista es corriente, anónima y sacrificada corno heroica a su vez, que cada compañero que sale a la calle reivindicando un aumento de salarios, reivindicando que no le saquen el sábado inglés (como pasaba en Córdoba antes del cordobazo), que le reconozcan la antigüedad en el paso de una empresa a otra (como en Córdoba para igual fecha), que le reconozcan por igual trabajo igual remuneración, o que lucha contra las quitas zonales. Que esa lucha en particular ante el desconocimiento y avasallamiento de sus derechos es el proceso que hace a la acumulación de organización y fuerza y que desembocó en hechos heroicos como el cordobazo. Y nos preguntamos, antes del 29 y 30 de mayo de 1969, ¿por qué luchaban los obreros de Córdoba? , y vemos que lo hacían contra el Consejo Asesor de Caballero, que era un fraude a la voluntad del pueblo; luchaban porque no se quitara el sábado inglés que era una reducción del 9,1 % del salario mensual; luchaban por toda una serie de reivindicaciones específicas algunas ya enumeradas; luchaban por poder realizar sus asambleas, como cuando en el Córdoba Sport Club la policía las prohibía; luchaban para hacer sus actos frente a la CGT, que también eran prohibidos por la policía y todo ese proceso acumulativo debatido y resuelto en las asambleas y en el plenario de la CGT de Córdoba culminó o tuvo su evolución más alta cualitativa y masivamente el 29 y 30 de mayo.
No salieron espontáneamente nuestros compañeros, ni tampoco los estudiantes. El día 26 de mayo se realizó un plenario general luego de sucesivos paros y plenarios, en el que fijamos como moción particular del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba un paro general activo a partir de las 11 horas del 29 hasta las 11 horas del día 30. Esto era en la regional de la CGT que correspondía a la CGT de los Argentinos, y a su vez en la otra CGT, en la que estaban los compañeros Mecánicos, y otras series de organizaciones, se aprobó la misma medida por acuerdo previo.
Es entonces que cuando los compañeros salen de sus fábricas bajo las consignas reivindicativas levantadas por el movimiento obrero, organizados por las instituciones sindicales y se dirigen hacia el centro. Y es allí cuando nuevamente aparece la represión y cuando un disparo de arma calibre 45 mata al compañero Máximo Mena. Y entonces sí surgió la indignación. La lucha. El enfrentar a tantas injusticias, tantos atropellos, tantas arbitrariedades. Y el pueblo en la calle, que había debatido en sus sindicatos y resuelto en sus asambleas esa lucha, barrió con las fuerzas represivas y la dictadura tuvo que recurrir a su Ejército para poder enfrentar esa justa indignación popular que se expresaba en Córdoba, como se expresó más adelante en Rosario, en Chocón, en Perdriel, FIAT, etc. Entonces compañeros, decidimos que en nuestra lucha de trabajadores debíamos tomar todas las instancias y no dejarle al participacionismo y al dialoguismo la tranquilidad de usufructuar las organizaciones obreras para ponerlas al servicio de la reacción.
Es por eso que apelamos a las organizaciones sindicales, a compañeros delegados, a las agrupaciones combativas, para así canalizar la oposición al participacionismo y a la Dictadura, por ello las grandes consignas.
¿Qué nos divide?
Recién viniendo de Córdoba, escuché que un neo-participacionista, el compañero Rucci, titular de la CGT oficial, dijo en Salta que no debía considerarse probable la ejecución de un paro de 24 ó 48 horas, por que eso iba a contribuir a dividimos. Rucci, evidentemente estaba señalando públicamente la presión de que es objeto por parte de los dirigentes participacionistas, como Coria que ahora va a salir a hacer una gira para propagar esa ideología falsa y burda cual es el participacionismo.
Por eso decíamos que es necesario combatir en todos los frentes esta idea claudicante que en lugar de hacerse eco de las reivindicaciones que plantean los trabajadores se hacen eco de las presiones de los tránsfugas participacionistas que nos quieren mantener en la pasividad. Y desde todos los ángulos, desde las agrupaciones de base, desde los cuerpos de delegados, desde los sindicatos que están en lucha, desde el propio seno del Comité Central Confederal si es posible, hay que lanzar la respuesta a la Dictadura con un paro activo de 14 o de 36 hs para enfrentar a esos tres grandes enemigos que son el Imperialismo, la Dictadura y el Participacionismo. Si hiciéramos un análisis más profundo del proceso que vivimos, y tuviéramos que tomar nuevas referencias veríamos que los usurpadores del poder están empeñados en domesticar al Movimiento Obrero. Ellos tienen sus razones para tratar de disputar en ese terreno. Pero nosotros también tenemos nuestras razones para disputárselo. Y conste que hago todas estas afirmaciones y fijo esta posición desde un sindicato que está intervenido, ya que cualquiera podría pensar que cuidamos con estos conceptos un sillón o una titularidad de Secretario General. Pero nosotros hemos sido atacados por bandas armadas en nuestro sindicato; ha sido clausurado nuestro local por el Gobierno de Huerta, ha sido intervenido por Onganía, Imaz y San Sebastián. Pero a pesar de todo hemos constituido una verdadera agrupación de base que hemos denominado Dirección Sindical en la Resistencia que no deja de reivindicar que ese Sindicato de Luz y Fuerza es la construcción de los trabajadores y es de su propiedad en el sentido ideológico y que debemos rescatarlo para seguir con la misma línea de conducción que en su momento determinó la intervención. ¿Por qué vamos a dejar a esos usufructuarios del sistema que están en nuestro local, que prestan los servicios de turismo, de asistencia médica, de vivienda, etc., trabajar tranquilos y decir, que esos servicios, que ese edificio quede en manos del Capitán de Fragata Manuel Palacio y nosotros desaparecemos y hacemos otro tipo de lucha?
Hemos dicho que respetamos todas las opiniones que cada uno tenga, siempre que no sean fantasiosas, siempre que sean concretas y se demuestren en la práctica.
Nosotros como trabajadores ejercemos una opinión, que es la lucha desde el campo sindical, vinculándonos a todos los sectores que estén en la lucha. La nuestra es tan sacrificada y somos tan perseguidos y se nos amenaza tanto con atentados como a los demás. Simplemente decimos que no puede haber exclusivismos en esta lucha en que todos en mayor o menor medida tenemos algo que aportar en este proceso por la Liberación.
Nuestro Pueblo
El Pueblo Argentino, ese que está en la calle, que trabaja todos los días, que está en los compañeros estudiantes con sus manifestaciones, con este tipo de conferencias, y que de estos modos están ejerciendo actos de lucha, están cumpliendo un compromiso concreto en la lucha por la Justicia Social y la Liberación Nacional.
Si ustedes vinieran aquí a escuchar que es necesario participar en la política de Levingston, que es necesario aceptar que los usurpadores del poder preparen un plan político con el cual defraudarían nuevamente al pueblo, entonces podrían decirnos que no estamos en la lucha. Pero la realidad es que todos ustedes y nosotros ejercemos desde aquí un acto concreto, un enfrentamiento, un proceso de concientización que no sabemos dónde va a terminar, si en la cárcel o en la muerte, porque a muchos les ha pasado así; pero que no va a terminar por que jamás hemos de renunciar a la denuncia de estos individuos que se sirven de las organizaciones de obreros para hacer los grandes fraudes, para entronizar en la conciencia de los obreros, en lugar de una conciencia de lucha, una conciencia de nihilismo y de frustración.
Desde estas posiciones nosotros convocamos a todas estas organizaciones que están en la lucha, sin exclusivismos y sin discriminaciones entendiendo que es el problema de la lucha por la Liberación del Pueblo, y no en particular por ningún sector. Entendiendo este concepto, hemos llamado a la reunión del 3 y 4 de octubre en la cual plantearemos un paro activo y un plan de lucha, y no será sólo un paro, puesto que con él sólo no habremos de cambiar la situación en que estamos. Es evidente que necesitamos de inmediato adoptar medidas como la de un paro activo nacional, pero a su vez debemos programar un plan de acción y un plan de lucha que nos lleve hacia un cambio en esta situación de dependencia que no acepta el movimiento obrero ni los demás sectores populares.
El Participacionismo
El compañero Rucci, reconocido por Levingston, luego de la primera entrevista con éste, señaló que su respuesta no satisfacía al pueblo y que de inmediato iba a convocar al Comité Central Confederal para adoptar medidas por un aumento de salario, por la solución de los problemas de los jubilados y pensionados y por otra serie de problemas más. Claro que Rucci se rebajó no pidiendo el reemplazo del Ministro de Economía, bajando a la patronal la reivindicación del aumento del 40 % en los salarios, que tenía planteado el Movimiento Obrero a sólo un 26%.
Esto definió de entrada a estos “representantes” que mediante declaraciones rimbombantes como las que dieron hace unos días pretenden disfrazar su neo- participacionismo, su política al servicio de la conciliación y de la Dictadura. No fue necesario que Moyano Llerena se preocupara de mostrar estadísticas diciendo que no era el 40 %, ellos mismos claudicaron con un 26 %. Posteriormente y en forma inmediata iban a reunir al Comité Central, pero éste no se ha reunido hasta el presente. También dieron a conocer una solicitada publicada en “La Razón” del 20 de agosto en la cual declaraban su esperanza en la Dictadura y en el Sistema.
Nosotros no lo juzgamos tanto por estos puntos que han dado a conocer en esta declaración, sino por conceptos, por actitudes y conductas de toda una vida.
La declaración firmada por Barrionuevo y Rucci dice lo siguiente: “—Frente a este panorama cierto y admitido de las dificultades que tiene el movimiento obrero, cuando la CGT llegó al Sr. Presidente, tenía la esperanza de que conocidos los grandes problemas planteados y la justicia con que se reclamaba, la política salarial de activos o pasivos que debería fijar el gobierno constituiría el punto de partida para la revisión de una política económica liberal y de recesión que permitiera dinamizar la expansión y el desarrollo nacional, haciendo justicia a las necesidades reales e impostergables de los trabajadores. Promoviendo la plena ocupación, elevando el nivel de todos los sectores de nuestra sociedad y asegurando la paz social imprescindible que posibilite el reencuentro de todos los argentinos en torno a nuestras mejores tradiciones”.
O sea que Rucci creía que la Dictadura quería respetar los derechos de los trabajadores y del pueblo, como así también adoptar una política salarial de recuperación del poder adquisitivo perdido por los salarios de los compañeros y que quería la paz social para que nos reencontráramos todos los argentinos en un reencuentro de felicidad: los Otto Bemberg, los explotadores, los dueños de los grandes capitales, y nosotros los trabajadores, los desocupados, los perseguidos, los estudiantes a quienes les aplican el test maldito, los compañeros que no tienen ni siquiera para su salud, ni para su vivienda, a todos nos iba a juntar este presidente Levingston en la creencia de Rucci en un reencuentro feliz de todos los argentinos.
Esto es lo que combatimos por todos los medios, y planteamos que no es posible la conciliación, que esto es el comunitarismo, que esto es pretender estratificar la sociedad entre explotadores y explotados, entre patrones y asalariados, entre opulentos y hambrientos, que el Movimiento Obrero y el Pueblo rechazan, y que saben concientemente que mientras esos opulentos, esos reaccionarios, esos usurpadores tengan el poder no será posible corregir todas estas lacras, estas dificultades, estos padecimientos que sufre el Pueblo Argentino en sus distintos sectores. De ahí que no podamos confiar en esa declaración que han hecho —que también tiene sus conceptos ultrarreaccionarios, porque esto que se dijo en el punto 3 de la CGT en el que se habla que en el panorama político nacional debemos eliminar la influencia de los monopolios y decirles que vayan a desarrollar en nuestro país las zonas en que hay postergación, en que hay deformación estructural, es producto de una declaración demagógica de esos pseudorepresentantes de los trabajadores.
Y la lucha de los sindicatos, y la lucha de los estudiantes, está en ese proceso de concientizar que esos monopolios que nos explotan, que nos penetran día a día, que nos roban la riqueza nacional, que dominan la banca, las fuentes energéticas, el comercio exterior, no nos van a liberar jamás.
Si tuviéramos en función de esto que acudir a un informe que se realizó el Banco Mundial (que es la entidad crediticia de los monopolios) por parte de una personalidad que evidentemente no pertenece al Movimiento Obrero, como es el Sr. Lester Pearson, Primer Ministro del Canadá quién en dicho informe sobre América Latina decía que si los países en desarrollo logran mantener la actual tasa de crecimiento, cuadruplicarán su ingreso por habitante en un plazo de 60 a 70 años y con estos alcanzarán el nivel de vida de los países modernos de la Europa Occidental. Agrega el informe que mientras tanto sigue creciendo la tasa de natalidad y siguen sin solución los problemas del desarrollo y las relaciones de cambio con el mundo industrial se mantienen en un proceso de decadencia, ya que actualmente el volumen del comercio exterior de los países dependientes es casi la cuarta parte de lo que era 25 años atrás.
De ahí es que lo que nosotros necesitamos concientizar es que el proceso de Liberación implica liberarnos de las imposiciones de los monopolios extranjeros, de los créditos y de la “ayuda” que nos proporciona el Banco Mundial, de la estabilidad monetaria que nos impone el F.M.I., de las “ayudas” de desarrollo social que nos hace el Banco Interamericano de Desarrollo, etc.
Esos son nuestros principales enemigos, que han sido denunciados por la Federaciones Económicas de Tucumán, Capital Federal y Córdoba, que señalan que este proceso que han reinstaurado Moyano Llerena y Levingston, es exactamente igual al iniciado el 13 de marzo de 1967 por Krieger Vasena y Onganía. Por eso nos planteamos si realmente el gobierno usurpador está preparando una salida institucional para el país, ya que la cuestión económica condiciona realmente el curso del proceso político.
Para que todo siga igual
La Junta echó a Onganía, porque entendieron —a casi cuatro años del ejercicio arbitrario del poder—, que tenía desviaciones autocráticas y que su política no respondía a las tradiciones republicanas, representativa y federal de nuestro país. Y necesitaron cuatro años estos tres grandes electores para cambiarlo a este Onganía, que era tan valiente y tan duro y reemplazarlo por un presidente importado, miembro de la Junta Interamericana de Defensa, que ahora trata de esbozar un plan político inculcándonos el concepto de que el Pueblo podrá elegir y no tendrá que optar.
Nosotros, en la cuestión de las elecciones, consideramos que son un medio que puede ser útil o inútil, porque pueden expresar la Voluntad Popular como también un fraude y una trampa que la distorsionen. Todo depende del poder del pueblo y de la coyuntura histórica que se viva.
Pero evidentemente en este proceso de la Dictadura no podemos engañarnos, están preparando una salida electoral que signifique la continuidad de la “Revolución Argentina” y no la salida institucional del país, como claramente lo han dicho. Y para esto recurren a los aportes de los desertores y de los oportunistas, a los Lucco y a los Sapag, a los Trilla, a los Asef y a los Leandro Fernández, para constituir un nuevo partido que de un aval a los sectores militares que usurparon el poder, a las grandes jerarquías militares que van a recibir instrucciones del Pentágono, como recientemente el General Lanusse, para quedar bien ante la Historia. Ellos que pusieron el glorioso sable de San Martín al servicio de los monopolios y del imperialismo internacional del dinero y de la reacción interior para aplastar al Pueblo, para amordazarlo y para que en definitiva pueda ser canalizado por una supuesta salida política que no va a significar otra cosa que la continuidad de este sistema.
De ahí que vinculando nuevamente el proceso político a la política económica que se traza, nosotros vemos que no hay ningún tipo de distinción entre aquella devaluación del 13 de marzo de 1967 y ésta de julio de 1970, convalidadas ambas por el F.M.I., porque sus efectos caen sobre el Pueblo Argentino sobre los sectores con intereses nacionales. Hoy sentimos protestar a las federaciones económicas, a la Federación Agraria Argentina, vemos a los transportistas de cargas decretar un paro de 24 hs., y vemos a toda una serie de instituciones profesionales pronunciarse y tomando medidas de algún tipo —porque la perspectiva que existe en el país es absolutamente negativa—.
Los únicos que no toman medidas, los únicos que plantean que nos vamos a dividir si hacemos un paro ya que somos los más castigados, son los que nos “represen tan” a nosotros que hemos padecido una devaluación del 14,3 % que incide en los precios de los artículos de uso y de consumo, y que han querido compensar con un 7 % de aumento y un futuro 6 % de aumento selectivo que regirá a partir del 1° de enero de 1971.
Además cuando Levingston habló recientemente para la RAI definió cual es el propósito de la dictadura y cual es su concepto de nacionalismo. El periodista de la RAI le preguntó cuál será la forma política institucional. El Sr. Levingston le respondió que “en general existe un nacionalismo superficial que normalmente procura a través de un aislamiento económico, impulsado por un patriotismo intransigente, hallar las soluciones”. Y agrega luego que “este tipo de nacionalismo resulta inconveniente en todos los planos, pero también existe un nacionalismo razonado y profundo que es aquel que se interesa realmente por los elementos que hacen a la esencia del ser nacional y a las condiciones que caracterizan la autodeterminación para el ejercicio pleno del país”.
—Y aquí viene la definición abiertamente imperialista— “que su nacionalismo razonado y profundo, —culto abierto y de elite—, no sólo no rechaza la colaboración internacional, sino que crea normalmente el clima propicio para las empresas internacionales”. “O sea que se suman las voluntades y los esfuerzos de las naciones que tienen intereses comunes como EE.UU., Alemania Federal, Inglaterra, Francia, etcétera”. (O los grandes monopolios radicados en esa metrópolis). —Y esto lo dijo el Presidente, este militar que así confirma su dependencia con el Pentágono, al servicio de la reacción.
Cómo podemos creer entonces que esté preparando una salida institucional en la que el pueblo va a determinar, una política antagónica a esta, ya que habrá de ser Nacional, Popular y Anti-imperialista. Es entonces que vemos que ellos trazan una política económica y un plan político en el cual se respalda y se defiende ese plan económico.
De ahí compañeros que nuestra misión fundamental como trabajadores, como estudiantes, como profesionales, como sacerdotes progresistas, como fuerzas populares, es desenmascarar toda esta política, o sea accionar en todos los terrenos para lograr la Liberación, porque ya sabemos lo que nos da y nos ha dado históricamente el imperialismo.
Históricamente nos ha dejado una red ferroviaria y vial en forma de abanico, que ha provocado una macrocefalia en Buenos Aires, o sea en el puerto de los exportadores y los importadores, y la postergación y la incomunicación de todo el país. En la actualidad nos roba las empresas nacionales, nos transforma las empresas estatales en sociedades mixtas, evitando así que jueguen un papel de resorte de la promoción económica, a diferencia de casi todos los países en que el proceso de estatización es cada vez mayor. Y así vemos a sus representantes encaramados en el poder dictando “leyes” por las cuales YPF, YCF, etc. deben entregar el 49 % de su patrimonio para seguir la política que le imponen quienes han de adquirir el paquete accionario, que no es el Pueblo Argentino precisamente.
Entonces vemos una vez más que el proceso a que está sometido nuestro país es el de la división internacional del trabajo, que significa penetración y sometimiento de acuerdo a los dictados y a los intereses del imperialismo. Ese imperialismo que no nos va a desarrollar nunca, esos monopolios que a pesar de lo que afirma Frondizi no van a proceder a sacamos del subdesarrollo y a lanzarnos a un desarrollo autosostenido, ese imperialismo que sólo quiere mantenernos en un nivel de mercado consumidor y no en el de un mercado productor competitivo.
Y todo esto porque ellos necesitan seguir invirtiendo un dólar para llevarse tres o cuatro como sugieren las estadísticas de la CEPAL o de la UN, para así poder mantener su abastecimiento bélico para oprimir a los pueblos que luchan por su Liberación, como luchamos nosotros, los pueblos latinoamericanos y todos los Pueblos del Tercer Mundo.
Evidentemente que en nuestro terreno debemos luchar, por nosotros mismos, por el respeto que nos merecemos y por la solidaridad que merecen quienes luchan contra el imperialismo y sumamos a esta fuerza que inexorablemente saldrá adelante pese a las dificultades que nos toca padecer.
¿Para que sirve el diálogo?
Y entonces, ¿podemos hacernos ilusiones por el diálogo de Levingston con los ex presidentes? Nosotros nos preguntamos: ¿Pero si las Fuerzas Armadas, si Onganía y Levingston los echaron, para qué los llaman ahora? Es realmente un absurdo en el terreno del sentido común, pero no lo es en el terreno político. Porque el hombre que ha ido a conversar, el Sr. Frondizi, pretende reeditar aquel 23 de febrero de 1958, en que con un programa más o menos popular logró el apoyo del Pueblo, para luego traicionarlo, movilizando a los compañeros bancarios, a los compañeros petroleros, a los compañeros ferroviarios, etc. Allí está una vez más hablando del desarrollo que nos darán los grandes monopolios petroleros, el Sr. Rockefeller y la Standard Oil, a quienes debemos dar aún más garantías y privilegios de los que ya tienen, para sus futuras inversiones. Y también lo vemos dialogando con Levingston al compañero Tacone, del Sindicato de Luz y Fuerza de la Capital Federal, quien desde la revista “Dinamis” levantó el concepto de la “expectativa esperanzada”, ese concepto que expresaba que habían caducado todas las expresiones de nuestro Pueblo y que el camino que debíamos recorrer era el de participar de la política de la Dictadura.
Y ahí está el compañero Prado, que cuando en el Congreso de Luz y Fuerza le planteamos en la oportunidad en que Krieger Vasena representaba a los grandes monopolios, a los intereses internacionales, ese compañero dijo en pleno Congreso: “No, pero Krieger Vasena ha cambiado, es otra cosa, ahora piensa distinto”. Esos compañeros y esos políticos son los que trabajan en la complicidad con el sistema, sistema que nosotros compañeros, trabajadores, estudiantes tenemos que cambiar. Porque es claro que sufrimos en carne propia y por medidas de carácter inmediato una carestía de la vida que nos impide satisfacer ya incluso el rubro de la alimentación que ocupa hasta un 70 % dentro del presupuesto familiar. No hablemos de la indumentaria, y menos del problema de la salud o el problema de la vivienda, el de la educación y capacitación, y el del esparcimiento.
Nosotros necesitamos cambiar las estructuras de opresión y las estructuras de injusticia. Necesitamos combatir a estos factores que generan estas lacras sociales; que postergan a nuestro país, que lo alejan cada vez más —según también lo muestran las estadísticas— de los niveles de vida de los países desarrollados. ¿Cuál es la perspectiva entonces en Argentina? ¿Cuál es la perspectiva de los Sindicatos? Es lo que decíamos al principio, el régimen, el sistema trata de aplastarlos, usará de estos dirigentes claudicantes participacionistas, para decirnos que no hagamos un paro porque “nos vamos a dividir”.
Pero ¿qué problema de división hay en la base de movimiento obrero? ¿O es que no todos reclaman el aumento de sueldos del 40 %? ¿Algún compañero puede considerar que eso es una arbitrariedad? ¿Algún compañero puede considerar que es arbitrariedad reclamar la reapertura y la creación de nuevas fuentes de trabajo para superar el flagelo de la desocupación? ¿Algún compañero jubilado o pensionado puede decir que es arbitrariedad reclamar un sustancial aumento de remuneraciones para los mismos, la aplicación del 82 % para los jubilados y el 75 % para los pensionados? Creemos que estos compañeros, en particular los jubilados y los pensionados, no han de sentir el problema de la división del movimiento obrero.
El Capitán de Navío Manrique —otro de estos que suben al vagón para no perder el tren porque cree que va a llegar a destino— en su alocución donde lloraba el triste destino de los compañeros jubilados y pensionados, donde se condolía de los viejitos que iban a las colas y que cobraban con uno o dos bimestres de atraso, dijo que no podía hacer más, que las deudas de las cajas eran tremen das y dio las estadísticas —en eso tuvo un cierto grado de honestidad, producto de las denuncias permanentes de los compañeros jubilados y pensionados—, y dio cifras dramáticas en números y habló de la condición en que se encuentran tantos hombres y mujeres, que dieron su vida al servicio de la patria, del esfuerzo nacional de una vida mejor y que hoy deben padecer. Señaló que 346.545 personas recibían menos de quince mil pesos mensuales, que casi otro tanto percibe $ 20.000 y que el 76,7 % de todos los jubilados y pensionados (en cifras iguales a 1.061.297 personas) percibe menos de $ 30.000 mensuales. A esta gente, a estos compañeros que han sido nuestros padres, nuestras madres, a esos que han construido lo único que tiene el país o que le ha quedado después del saqueo de los monopolios, a esos compañeros les dio un aumento del 14% al 10%, para colmo un aumento decreciente. Del 14 % al 20 % a aquellos que estaban peor, esos ganan menos de $15.000 y abajo del 10 % a aquellos que no llegan a $ 30.000.
Y esos compañeros, más los compañeros que tienen que tener dos trabajos, los compañeros que tienen medio trabajo, más los desocupados; a esos ¿qué problema les hace la supuesta división del movimiento obrero? La división está generada por esa repartija que hicieron en el Congreso de Azopardo recientemente concluido, se “normalizó” la CGT. Allí hubo 400 o 500 delegados los cuales estuvieron esperando durante dos días en la calle Chacabuco en el local de la Sociedad Gallega, a que Coria, a que Peralta, a que Rucci, etc. resolvieran cuál iba a ser la dirección de la CGT, cuál iba a ser el programa de la CGT. Pero no se habló de paro, ni se habló de plan de lucha. Pero no se habló de programa. Se dijo tanto para los participacionistas, tanto para los 62 disidentes, tanto para los 62 leales, tanto para los 62 autónomos. Se iban y se peleaban y volvían al congreso. Coria amenazó con retirarse si no se resolvían estos problemas. Y esto casi todos Uds. lo han leído (pero es necesario refrescarlo, para no confundirse) si es que en realidad los programas que se lanzan, las cosas que se dicen realmente tienen una base de convicción, una base de identificación con la lucha del pueblo o son declaraciones oportunistas, son declaraciones denominadas válvulas de escape a los efectos de tratar que por todos los medios los compañeros digan: “Bueno, ahí Rucci dijo algo más o menos, . . .Y estas declaraciones no están en creer que Rucci, Peralta o Coria son capaces de llevarlas adelante, sino lograr la institución que canalice en verdad la lucha del movimiento obrero. Por eso decimos que tampoco debemos dejar a esta dirección de la CGT tranquila para que se mueva en este esquema participacionista y nos trate de asustar con que nos vamos a dividir si hacemos un paro. El pueblo y el movimiento obrero, luchando en alianza con lo demás sectores populares tienen que lograr que la CGT sea realmente la representación auténtica del movimiento obrero, realmente la representación de la voluntad soberana del pueblo, realmente la representación de las reivindicaciones que nosotros planteamos permanentemente...
El tutelaje de los militares
Volviendo a esta política que se ha trazado el Sr. Levingston para lograr la consolidación de su plan económico, vemos que para conformar a un supuesto espíritu o ansiedad electoralista, también designó a un Subsecretariado del Interior de Asuntos Políticos, el Sr. Gilardi Novaro. Este hombre se reúne con los desertores de los movimientos populares para considerar cuál es el plan político, cómo va a ser el estatuto político, qué grado de intervención tendrán las FF.AA. en este proceso. Y nosotros vemos que reiteradamente se nos ha dicho, se nos ha impuesto esto (que muchos compañeros en distinto grado lo asimilaron) que el sindicalismo debe dedicarse a una función específicamente gremial. Que los Centros Estudiantiles o las agrupaciones estudiantiles deben dedicarse a los problemas específicamente estudiantiles: el mimeógrafo, los apuntes, el comedor, etc. Pero resulta que toda esa doctrina, esa filosofía de lo específicamente gremial, esa filosofía de lo específicamente estudiantil, ellos no la aplican. Por qué el Sr. Onganía, Teniente General del Ejército Argentino, el Almirante Gnavi, el Sr. Levingston General de Brigada del Ejército Argentino o el Brigadier Rey, no están en el Ejército, en los cuarteles, ni están en la Marina, ni están en la aviación cumpliendo con sus funciones específicas. Ellos salieron de sus funciones específicas que son las de defender la soberana voluntad del pueblo contra la agresión exterior. Se encaramaron en el poder y dictan toda una política en la cual nos encuadraron a nosotros, en la cual encuadran a todo el país y no se limitan a su función específica.
Ellos entonces hacen una política de este tipo: tratan de hacernos creer a la mayoría del pueblo, que a los trabajadores, los estudiantes y demás sectores populares, deben simplemente participar de estos planes que hacen los genios, los tutores que están en la Casa Rosada. Nosotros, han dicho ellos, que no tenemos la suficiente madurez cívica para que haya una participación más o menos abierta. O sea, “Ellos nos tienen que enseñar y tenemos que aprender a madurar”. .. Todo lo que dice Levingston del nacionalismo, señalando que es superficial e inconveniente, no es cierto; no es superficial y si es inconveniente, lo es para los monopolios. Porque pretende rescatar para el país lo que ha producido el propio país y planificar la economía para ponerla al servicio del pueblo, porque aquí no existe la política económica liberal (el liberalismo también ha sido superado) aquí existe un dirigismo económico que es el que nos imponen los monopolios y el Banco Mundial. Cuando el gobierno solicita un préstamo al Banco Mundial, como sucede por ejemplo con los Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires, SEGBA, que pide 90 millones de dólares y que no vienen para que se haga libre juego de la oferta y la demanda. Esos 90 millones de dólares vienen para una determinada inversión y con una serie de cláusulas en el contrato de préstamo en el cual incluso se fija el valor de la tarifa. Dónde se va a invertir y no se puede invertir en otro lado que no sea en el área que establece el Banco Mundial. De ahí que eso que se usa para luchar contra los liberales ya es anacrónico como anacrónico es el liberalismo. Nosotros estamos bajo la política monopólica perfectamente organizada y dirigida desde las metrópolis imperialistas, y no debemos transformar el libre juego de la oferta y la demanda en un dirigismo estatista como los Alzogaray siempre impugnan. Y debemos transformar el dirigismo de los monopolios, la explotación de los monopolios, las condiciones que nos impone el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el fondo Monetario Internacional en las condiciones que determinemos los argentinos según nuestros interés, desvinculados de todo interés externo. Es una cosa que muchas veces los propios empresarios dicen, que hay que seguir con esta política de competencia tradicional. Aquí no hay más competencia, aquí todo está regulado por esa tremenda sociedad imperialista, que nos mantiene en el subconsumo, en el subdesarrollo y nosotros debemos cambiar esa política del dirigismo exterior, de la intervención exterior, por nuestra propia política elaborada por los Argentinos.
Unidad en la lucha
De ahí que también constituya algo esencial de todos los sectores del pueblo, el unirse y trabajar en forma conjunta con identidad de objetivos contra esa política imperialista. Unirse, no en el concepto de que cada uno deje de pensar en sus matices o en sus particularidades, que a cada uno deje de gustarle el color que le gusta. Nosotros creemos que hay que unirse llevando en el corazón o en la conciencia esos aspectos particulares, pero llevando en el programa y en la acción los objetivos fundamentales que van a hacer a la liberación nacional. Y damos un ejemplo que lo hemos vivido, porque todo lo que sabemos nosotros lo sacamos de nuestra propia experiencia y de las conclusiones que nos determina esa experiencia. Nosotros ponemos como ejemplo de esa unidad del pueblo contra la opresión, contra el comunitarismo, contra el corporativismo, lo que en particular vimos y vivimos en Córdoba el 29 y 30 de mayo. Todo el pueblo de Córdoba salió a la calle y cuando era agredido respondía a la agresión. Cuando cayeron bajo las balas o fueron a la prisión, ninguno se diferenciaba en ser radical, peronista, cristiano o marxista. Todos luchaban igual, todos eran reprimidos igual, todos fueron a la cárcel igual, y ahí estaba la unidad en la lucha, que es lo que nosotros señalamos. Tenemos que terminar con los exclusivismos que nos dividen. Tenemos que tratar de forjar la unidad con el respeto que se merece el hombre que tiene un concepto, que tiene una idea. Pero si nos preguntamos entre todos cualquiera sean nuestras diferencias si estamos o no de acuerdo en la nacionalización de la Banca, si estamos o no de acuerdo en que el comercio exterior esté regido por los argentinos, si estamos o no de acuerdo que sea el pueblo quien determine la conducción económica del país, veremos que sí estamos todos de acuerdo. Y por eso es por lo que tenemos que trabajar nosotros y por eso se nos combate. Porque cuando se adquieren conceptos exclusivistas no se es tan combatido, incluso hasta les devuelven los sindicatos o usan de los sindicatos para plantear conceptos exclusivistas. Porque se combate a quienes levantan la bandera de la unidad, no la unidad de los Frondizi, de los Sapag, de los Lucco, de los Leandro Fernández o de los Imbant, sino de los trabajadores cualquier idea que tengan, de los estudiantes —piensen como piensen—, la unidad de los profesionales, de las fuerzas económicas nacionales pequeñas y medianas, de los sacerdotes progresistas, esa UNIDAD. Ellos quieren una unidad de traidores, de quienes se prestan al fraude, de quienes facilitan la continuidad institucional disfrazada de consenso popular de la Revolución Argentina y nosotros la unidad de movimiento obrero con sindicatos o sin ellos. La unidad en la calle de los estudiantes con todos esos sectores que sufren la agresión del imperialismo; la intromisión en la vida interna Argentina, la explotación de todos los recursos naturales y humanos. Es difícil la tarea, es sacrificada y tal vez sea larga por eso es tan importante, por eso es tan combativa, por eso muchas veces se exacerban los criterios partidarios, por eso muchas veces se apela a cosas que son subsidiarias o secundarias para enfrentarnos unos a los otros. Lo posible realmente es que en vez de ponemos cada uno nuestra camiseta particular nos pongamos la gran camiseta Argentina que es la que está perdiendo el partido en esta oportunidad. De ahí compañeros que nosotros insistamos mucho en esta tarea que es común de todos. Que no la hace un compañero que viene a hacer un discurso o que viene a hacer una exposición. Esta es una tarea fundamental de cada compañero en su lugar de trabajo, de cada compañero estudiante que está en la facultad, que aprendamos de una vez por todas (porque eso es lo fundamental si tenemos los mismos problemas, si nos planteamos los mismos objetivos) a limar las diferencias. La unidad del pueblo argentino es lo fundamental y es la única posibilidad que nos dará a nosotros una perspectiva a breve plazo. No queremos ser un coro de lamentos de los problemas que padecemos, mientras peleamos nuestras pequeñas diferencias. Queremos unir toda la fuerza de argentinos y de patriotas para luchar contra la opresión, para luchar contra los monopolios, para luchar por nuestra liberación. Sólo será posible si todos somos conscientes de que no saldremos adelante si no sumamos nuestras fuerzas. Si no tomamos conciencia de eso mucho más doloroso y mucho más distante estará el día en que nosotros podamos realmente decidir y construir a nuestro propio país. Cuando sepamos unirnos con esos que son nuestros grandes objetivos superando en la unidad de acción, en la unidad en la lucha las diferencias que todavía en alguna medida implican una falta de productividad del esfuerzo común nacional, habremos dado el paso más importante en la lucha por la liberación. No es tan importante un manifiesto como una reunión con la conciencia general del pueblo de que todos debemos darnos ese brazo, sumamos, no disputar liderazgos ni hegemonías, ser tal vez los últimos en la cola pero “pechando”, como se dice, que a eso estamos dispuestos nosotros los que combatimos el régimen, los que somos intervenidos, los que nos amenazan de muerte. Nosotros exhortamos y en el plenario sindical nacional que haremos en Buenos Aires trataremos por todos los medios de lanzar esta convocatoria. No construyendo una nueva CGT, un nuevo nucleamiento sino lanzando esa exhortación a la unidad desde las bases, desde los sindicatos combativos, desde los cuerpos de delegados, combatiendo y centrando el fuego en esos tres grandes enemigos que tenemos todos, que como decíamos y lo repetimos porque es necesario absoluta claridad en ese aspecto: el imperialismo internacional del dinero, la dictadura usurpadora y los tránsfugas del participacionismo. Combatiremos a la vez a esos que están al servicio de nuestra frustración que quieren impedir nuestra liberación como seres humanos y nuestra liberación como patria Argentina, combatiremos a esos y levantaremos esas consignas de soluciones inmediatas a los problemas que hacen al movimiento obrero y al estudiantado. Porque también es luchar por la liberación, luchar contra la explotación de quienes nos pagan salarios miserables, de quienes crean obras sociales para que Coria las administre mientras los compañeros ponen un porcentaje de sus salarios y no les prestan la asistencia médica necesaria. No nos van a regalar nada. Tendremos que sufrir una serie de riesgos, tendremos que padecer la opresión. No queda otro camino, los pueblos que se han liberado, se han liberado a través del sacrificio heroico y la constancia y la paciencia de sus habitantes que querían vivir en dignidad. Y los argentinos como decíamos recién no hemos de constituir un coro de lamentos porque aumentan los precios, porque nos penetran los imperialistas, porque no nos dejan hablar de política, porque no podemos hacer esto o aquello. Tenemos que accionar. Esa respuesta es la que debemos dar como pueblo argentino. Concientizar, accionar, unirse y así pasando las horas, los días, lograremos construir el país que no ha de ser una factoría del imperialismo sino una patria con libertad, con justicia y con Soberanía Popular.
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